El Juramento de los Horacios, de Jacques-Louis David (1784)
Es una exaltación patriótica a Francia (momentos antes de la Revolución), utilizando para ello un motivo de los orígenes de Roma.
En el cuadro están agrupados por una lado hombres y por otro mujeres con niños, siendo el protagonista principal el patriarca, quien tomando el juramente de sus hijos está preocupado por lo que va a acontecer. Su mano mantiene con ceremonia las tres espadas.
A la izquierda, arenga a sus hijos en representación de su ciudad, deben de cumplir con su misión. No muestran emociones.
Los tres hermanos Horacios saludan a su padre con el saludo romano, el brazo levantado. Se jugarán la vida por Roma. Son la representación del deber patriótico republicano del momento.
Las mujeres lloran separadas de los hombres. La mujer de la derecha, vestida con una túnica blanca, se llama Camile Horacio, la hermana. Muestra su dolor por el miedo a perderlos y a la vez, miedo a perder a su prometido, miembro de los representantes Curiacios.
La segunda mujer es Sabina Curiacio, esposa de un hermano Horacio con quien tiene hijos, situados al fondo del cuadro junto a la niñera, quien intenta que los niños no vean la despedida, pero uno de ellos le quita la mano para poder observar.Las mujeres lloran separadas de los hombres. La mujer de la derecha, vestida con una túnica blanca, se llama Camile Horacio, la hermana. Muestra su dolor por el miedo a perderlos y a la vez, miedo a perder a su prometido, miembro de los representantes Curiacios.
Fuente: https://es.wikipedia.org/wiki/Juramento_de_los_Horacios
Poesía Neoclásica
La rana y el renacuajo
En la orilla del Tajo
hablaba con la rana el renacuajo,
alabando las hojas, la espesura
de un gran cañaveral y su verdura.
Mas luego que del viento
el ímpetu violento
una caña abatió, que cayó al río,
en tono de lección dijo la rana:
«Ven a verla, hijo mío:
por de fuera muy tersa, muy lozana;
por dentro, todo fofa, toda vana.»
Si la rana entendiera poesía,
también de muchos versos lo diría.
¡Qué despreciable es la poesía de mucha hojarasca!
Tomás de Iriarte
El hombre y la culebra
A una Culebra que, de frío yerta, en el suelo yacía medio muerta
Un labrador cogió; mas fue tan bueno,
que incautamente la abrigó en su seno.
Apenas revivió, cuando la ingrata
a su gran bienhechor traidora mata.
Félix María de Samaniego
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